LAS ABEJAS DEL BOSQUE SECO

Al pie de la carretera Panamericana, aquel camino que vincula  todo un continente y cruza la costa del Perú, entre los ventarrones, algarrobos y zapotes, se erige El Tabanco, el principal pueblo de apicultores de Piura. Ellos son los guardianes de las abejas y del bosque seco. Este reportaje junto a la serie fotográfica es una historia dulce y medioambiental en honor a las abejas, criaturas magnificas que mantienen el equilibro ecológico del mundo, y al bosque seco que bulle de vida. 

FOTOGRAFÍAS: Jair R. CArrasco y Leandro Amaya Camacho
TEXTO: LEANDRO AMAYA CAMACHO

I. EL PUEBLO Y EL BOSQUE

En El Tabanco las casas se levantan al lado de la Panamericana norte del Perú, a vista de viajero parece ser un pueblo solitario y de una sola calle. Pero si se presta atención pronto se distinguirán las tiendas de madera construidas al pie de la carretera donde los hombres y mujeres de El Tabanco venden miel, polen, algarrobina y cera de abejas. Y como si despertara al asombro uno reconoce el aroma de la miel -en especial aquella que proviene de la floración del algarrobo-, escucha lejanísimo el rebuznar de un burro y percibe como se cuela entre las corrientes de aire el olor húmedo de la tierra, porque el pueblo está enclavado en el bosque seco del distrito El Tallán que según el proyecto GeoBosques comprende 1,281 hectáreas. En la región de Piura se encuentra el 65% de los bosques secos del Perú y en ellos habitan una gran variedad de especies. 

En este maravilloso y amarillo lugar crecen los imponentes algarrobos y los sapotes de generosa sombra; cuando florecen llegan las abejas, y la vida empieza a andar. Son estas mismas abejas las que les proporcionan a los habitantes de El Tabanco la oportunidad de resistir entre las dunas, el sol y el viento. 

De apicultores, miel y abejas

Antonio More y María Concepción, apicultores de El Tabanco y defensores del Bosque Seco, se han puesto unos trajes blancos que les cubren todo el cuerpo, ni una parte debe quedar expuesta a la picadura de la abeja. Aunque Antonio ha tenido un problema con los guantes y no los lleva puestos, pero tranquilamente explica que si se trata con respeto a las abejas ellas también lo harán. En lo que duró la incursión al colmenar increíblemente solo una de ellas intentó picarlo.

Mientras se alistan para visitar sus colmenas, Antonio y María hablan sobre el cariño que le tienen a las abejas.

—Es un trabajo bonito ser apicultor, como todos saben, las abejas dan la vida porque ellas polinizan el campo, hay que cuidar a las abejitas— dice Antonio mientras en cuclillas intenta prender fuego en un montoncito de ramitas que apila en una maquina artesanal para hacer humo. Cuando termina se pone de pie y mira hacia un sapote frondoso y lejano que se levanta verde entre las dunas. Allí iremos, alrededor del sapote hay 6 colmenas donde habitan cientos de abejas domésticas, que es como las nombra Antonio porque son fuertes y, según su experiencia, se adaptan rápidamente a determinado hábitat.

Antonio More intenta prender una máquina artesanal de humo. Foto/Leandro Amaya.

En el camino hacia el sapote es María quien cuenta cómo las abejas con su miel han mejorado la calidad de vida de las apicultoras. La historia que narra es alentadora, junto a otras 5 mujeres crearon una asociación llamada Manjares del Bosque Seco que en el 2020 ganó un concurso que les permitió recibir materiales, fondos y capacitaciones para aprender más sobre la apicultura. María cuenta estos sucesos con mucha satisfacción porque sabe lo duro que es emprender para las mujeres de zonas rurales.

Sin el ahumador no se podría ingresar a un panal. Foto/Jair R. Carrasco

—En el campo la mayoría de mujeres somos amas de casa, pero ahora hemos logrado salir adelante, mejorar, tener nuestros ingresos económicos. Ahora vendemos nuestra miel y tenemos nuestro propio registro sanitario, por eso nosotros cuidamos a las abejas, les agradecemos mucho;— luego María expresa una verdad inexorable y que debería llevarnos a la reflexión sobre la conservación de nuestros espacios naturales— y aunque veamos a este bosque muy seco, da muchos beneficios.        

María Concepción junto a otras 5 mujeres han logrado emprender con la miel. Foto/Leandro Amaya C.

María tiene razón, el Bosque seco es un ecosistema con especies endémicas y una variedad de flora y fauna. En Perú, de acuerdo a los datos de SERFOR, el valor monetario de una hectárea de bosque seco es aproximadamente de 12 mil soles porque de ella se obtiene alimento para el ganado, se practica la apicultura, se extraen frutos como la algarrobina.  Las mayores amenazas que enfrentan son el calentamiento global, la deforestación que puede suceder por la tala ilegal o la invasión de terrenos para la siembra de monocultivos, y se estima que cada año desaparecen 7 mil hectáreas de bosque seco. Además, los estudios sobre su composición, climas y densidad son bastante recientes y poseen una data aún en desarrollo.  

Abejas recorren celdas de un panal. Foto/ Leandro Amaya Camacho.

Foto/ Jair R. Carrasco

Antonio empieza a liberar el humo de su pequeña máquina alrededor de las colmenas de madera que rodean al sapote, según su experiencia este es un paso que nadie debe saltarse. Luego libera los seguros y levanta las tapas, primero se escucha un zumbido tímido, como si una exploradora hubiera salido a cerciorarse de que el territorio no es hostil, luego son muchas abejas las vuelan de un lado a otro, su zumbido se une al rumor del viento. Las abejas, maravillosos seres, gracias a su cuerpo peludo son las mayores polinizadoras de la tierra, ellas mantienen el equilibrio natural, si un día dejaran de existir también sucumbiría la raza humana. Se presume que el 75 de nuestros alimentos depende directamente de ellas. Según el paper Detecting Insect Pollinator Declines on Regional and Global Scales se estima que el valor de la polinización de las abejas es de 200 mil millones de dólares al año.  De acuerdo a la experiencia de Antonio y Maria, los principales ataques que sufren las abejas en el Bosque seco son la invasión y destrucción de sus colmenas naturales, eso ocasiona que muchas migren, pierdan a su reina y por la desorientación mueran. Esa colmena perdida puede ocasionar un gran trastorno en aquella área natural.

Alrededor del mundo la población de las abejas ha sufrido una disminución alarmante, los factores son el uso de plaguicidas, agroquímicos, deforestación y el cambio climático. En el Bosque seco de El Tabanco son los apicultores responsables quienes las protegen y tratan de no sobreexplotar la miel o agotar las colmenas, al contrario, las trasladan hasta los ceibos y algarrobos en tiempo de floración.

Para Antonio perder a las abejas sería la extinción de su modo de vida, del bosque seco y del alimento natural que ellas le brindan.

El zumbido de todas ellas alrededor nuestro, verlas producir miel, observar la organización marcial de sus labores es estar ante una belleza sobrecogedora. Entender toda la cadena que depende de estos pequeños insectos es una lección sobre la vastedad de la naturaleza. La visión final que grabé en mí fue la llegada de una de ellas a la colmena, mientras todas se reunían en el extremo de la red, esta abeja se posó en medio y estuvo volando por largo rato buscando la galería que le correspondía, cuando la encontró se posó en ella y allí empezó a rodar el mecanismo que sostiene la existencia de los humanos.

Grupo de abejas. Foto/ Leandro Amaya Camacho

Las abejas producen miel en su colmena. Tal vez en junio hayan terminado su producción. Foto/Leandro Amaya Camacho

Abeja llegando a su colmena. Foto/ Leandro Amaya Camacho

En este mini documental descubre más sobre las abejas del bosque seco.

Disfruta esta crónica con todos los sentidos

Cancas, 1993. Perú. Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional de Piura. Director de la Revista Nube Roja. Ganador del premio mundial de periodismo Young Journalist Award 2020 organizado por Thomson Foundation y FPA (Foreign Press Association London), fue elegido como el Periodista Joven del 2020. Fue becado por Sembramedia para ser parte de su programa Sembra Educativo de capacitación a periodistas a nivel de Latinoamérica. Fue uno de los ganadores del concurso periodístico Perú Se Reactiva organizado por la Sociedad de Comercio Exterior del Perú y Scotiabank. Ganador del premio de periodismo nacional «Cuidemos el Agua, Cuidemos la Vida» organizado por la Autoridad Nacional del Agua (ANA) y el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego del Perú. de Finalista del premio de fotografía de conservación «Naturaleza que Cuida» organizado por Forest Trends y USAID. Mentor en el taller de periodismo ambiental «Periodismo mar adentro», organizado por SOA PERÚ y la Embajada de los Estados Unidos. Becario en el centro Earth Journalist Network. También Dirigió y fundó la revista cultural Malos Hábitos(publicación que fue seleccionada por el Ministerio de Cultura de Perú para participar en la 1ra edición de la feria La Independiente). Sus textos han sido publicados en el Perú y el extranjero. Recibió la Medalla Institucional de la Universidad Nacional de Piura, alta distinción otorgada por sus méritos periodísticos a nivel internacional.

 

Leandro Amaya Camacho

director y cronista de REVISTA NUBE ROJA

Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Señor de Sipán. Reportero de la Revista Nube Roja, fotógrafo y editor de contenidos digitales.

 

Jair R. Carrasco

Reportero de REVISTA NUBE ROJA

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