Madre no hay una sola: el largo camino legal de las familias homoparentales en Perú

Por: Jairo Rodríguez Delgado

 

En el Perú, ser hijo de dos padres o dos madres significa vivir sin derechos. En un país que reconoce exclusivamente la familia conformada por una madre y un padre, los hijos de familias homoparentales se enfrentan a la realidad de renunciar a su segundo apellido, ser excluidos del acceso al sistema de salud público y enfrentar discriminación en los colegios.

Se estima que hay aproximadamente 200 mil familias homoparentales a nivel nacional, sin embargo, carecen de reconocimiento legal dejando a sus hijos en una situación de vulnerabilidad. Nube Roja entrevistó a 4 familias y contrastó que sin acceso al matrimonio civil no tienen ningún respaldo legal para garantizar los derechos de sus hijos. 

Victoria tiene dos madres. Carmen Arriola, una de ellas, la tiene sobre sus brazos. Estoy a su lado —lleva unas gafas grandes, tiene el pelo corto y se peina con raya al costado—, permanecemos un momento en silencio bajo la sombra de un árbol en el parque Chino en Miraflores. Carmen dice que si algo le preocupa es no ser reconocida legalmente como madre de su hija.  Su pareja, Natalia Vega, también madre de Victoria —aunque ella figura legalmente en su Documento Nacional de Identidad (DNI), y en su partida de nacimiento como madre— comenta que si algo le pasara, Victoria quedaría huérfana, sin importar si Carmen estuviera presente. Ellas son una familia homoparental.

En el 2020 ellas tomaron la decisión de tener una hija, así que optaron por el método de Recepción de Ovocitos de la Pareja (ROPA), que consiste en el aporte de un óvulo, que se fecunda; y posteriormente se traslada y alberga en el óvulo de la otra pareja, donde se desarrolla el embarazo. Arriola dio su óvulo, fue fecundado mediante esperma donante; y Vega, gestó a su hija. Después se casaron en Orlando (Estados Unidos), donde está permitido el matrimonio entre dos personas del mismo sexo. Sin embargo, al llegar al Perú todo se anuló.

Según la Asociación de Familias Homoparentales y Diversas Perú (FHP), se estima que a nivel nacional hay más de 200 mil familias homoparentales. Sin embargo, el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (RENIEC), entidad pública que brinda una identidad al nacer, se ajusta a la idea de la concepción exclusivamente entre un hombre y una mujer. Al momento de obtener el acta de nacimiento, es esencial que el médico de un hospital o clínica certifique —a través del Certificado de Nacido Vivo (CNV)—cómo nació el bebé. En el Perú, es obligatorio que sea una sola madre: la que gestó al bebé.

Carmen Arriola y Natalia Vega engendraron a su hija por Rececpción de Ovocitos de la Pareja, pero solamente Natalia es legalmente su madre. Foto/ Jairo Rodríguez

Es por ello que Carmen Arriola no puede dejarle herencia alguna, ni mucho menos tiene un vínculo legal con su hija Victoria porque no lleva su apellido en su identificación. En el DNI de la pequeña, el apellido Arriola es tan solo su tercer nombre. Victoria tampoco puede acceder a los beneficios del seguro de salud de Carmen, ya que solo Natalia Vega tiene la facultad legal de velar por ella. Legalmente, Natalia es una madre soltera que se ocupa de todos los trámites.

Esto repercute constantemente en trámites comunes como la firma de papeles, acceso a la información sobre el estado de salud de su hija, trámites de cambio de DNI o el pago de matrícula en un colegio. En la ley, una familia homoparental no tiene el derecho de velar por su hija como debería. El vacío legal es tan cruel que Natalia Vega tiene toda la facultad de poder llevársela a otro país, y dejar a su pareja sola, sin saber nunca más de ellas. Y no habría problema, porque Natalia es su única madre legal y única apoderada. 

Para que Carmen Arriola pueda viajar con su hija, debe llevar consigo una carta poder con la firma de Natalia Vega, de lo contrario es imposible. 

—Prácticamente si muere su mamá que figura en el DNI, pierde a las dos, porque la otra [madre] no está reconocida.—comenta Vega. 

Legalmente quedaría huérfana, y el único lazo sería su familia, aunque si no quisieran hacerse cargo, iría automáticamente al Programa Integral Nacional para el Bienestar Familiar (INABIF).

La mayoría de las familias que forman parte de la Asociación de Familias Homoparentales tienen hijos menores de 5 años de edad, lo que los hace particularmente vulnerables al velar por su bienestar, especialmente en el ámbito de la educación y de la salud. Foto/ Jairo Rodriguez

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—No todas las minorías sufren— dijo Martha Chávez, ex congresista fujimorista en un debate sobre la unión civil contra Carlos Ricardo Bruce, en aquel momento perteneciente a la bancada Concertación Parlamentaria, en 2014. Cuando fue su turno Bruce respondió en tono sarcástico: “de repente todo es autoinfligido. [Las personas homosexuales] quieren sufrir a propósito”. Un año antes, el excongresista presentó el proyecto de ley que establecía la unión civil entre personas del mismo sexo. En ella, se brindaba la accesibilidad a la población homosexual de los derechos que no gozaba, formando parte de un grupo discriminado que carecia de estabilidad emocional, financiera y psicológica. El proyecto de ley suplía la falta de derechos tributarios y de seguridad social, aunque solo fue debatido en la comisión de Justicia y Derechos Humanos, luego se archivó.

"Según la Asociación de Familias Homoparentales y Diversas Perú (FHP), se estima que a nivel nacional hay más de 200 mil familias homoparentales."

No es la primera vez que Bruce intentó plantear un proyecto de ley en favor de las familias homoparentales. En 2010, junto con otros congresistas, presentó el proyecto de ley de Patrimonio Compartido, que buscaba que las parejas del mismo sexo puedan administrar y controlar de manera adecuada su patrimonio; y en 2016, en representación de su ex bancada Peruanos por el Kambio, junto con el ex congresista Alberto de Belaúnde, presentó otro proyecto de ley que buscaba legalizar los derechos de seguridad social, garantías de patrimonio y accesibilidad de servicios de las parejas homosexuales.

De hecho, aunque es llamativo y contradictorio, los proyectos de ley relacionados con la unión civil han sido presentados en su gran mayoría por el sector de la derecha conservadora. El congresista Alejandro Cavero, de la bancada Avanza País, propuso un proyecto de ley en 2022. De la misma forma que la fujimorista Martha Moyano en 2023. Estos proyectos de ley proponen otorgar ciertos derechos legales, como la protección de la propiedad o la atención médica; sin embargo en ellos a las parejas homoparentales no se les reconoce legalmente como familias. 

En 2023, la congresista Susel Paredes presentó un Proyecto de Ley de Matrimonio Igualitario —que continua en comisión— donde se busca constituir que las personas del mismo sexo gocen de los mismos derechos de las parejas heterosexuales. Es decir, el reconocimiento como familia en el marco legal.

De acuerdo a los datos del estudio «Evidenciando el contexto de las familias homoparentales y diversas en el Perú» para que una pareja homoparental pueda tener un hijo por reproducción asistida en Perú debe poseer una fuerte solvencia económica. Lo que demuestra que las parejas gays no solo se enfrentan a la discriminación por su opción sexual, también son relegados por su posición socioeconómica. 

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¿Qué tan difícil es entender «familia» en el Perú?, ¿una familia acaso va más allá de una figura materna y paterna exclusivamente?, ¿tener hijos es tener familia?

«Las familias no son familias, porque tienen hijos. Son familias, porque están casados, conviven en pareja. Porque existe una relación»—me comenta esa misma tarde Mabel Aguilar, directora de la Asociación de Familias Homoparentales y Diversas Perú, mientras juguetea con su hijo.

Aguilar señala que en la organización hay registradas alrededor de 350 familias a nivel nacional y en el extranjero. En el 2023 la asociación presentó al Congreso de la República el estudio “Evidenciando el contexto de las familias homoparentales y diversas en el perú”, realizado en colaboración con la encuestadora IPSOS, donde se concluye que las familias homoparentales llegan a tener gastos adicionales en comparación con las familias tradicionales. Estos se basan en la contratación privada de servicios educativos y de salud. Así como en el acceso de los métodos de reproducción al optar por tener un bebé.

Por ejemplo, al no haber ninguna ley para las familias diversas, tampoco existe una normativa que les garantice acceder de manera gratuita al sistema de salud público donde podrían recibir orientación y tratamiento de fecundación asistida. La única opción que tienen las parejas homosexuales es asistir a clínicas privadas, proceso generalmente muy costoso.

La encuesta realizada por IPSOS concluye que 7 de cada 10 madres o padres de familias homoparentales tuvo que incurrir en gastos adicionales, en su mayoría relacionados a la salud.

El 74% de las familias homoparentales se sometieron a procedimientos para tener a su hijo en el Perú, y el 20% lo hizo en el extranjero.

—Depende mucho de a qué clínica ir, de encontrar un espacio seguro. De que te sientas a gusto sin que nadie te juzgue. Entonces, todo esto se hace en el sector privado. El Estado no brinda este tipo de tratamiento— menciona Mabel.

Carmen Arriola juega con su hija, Victoria, cuyo nombre simboliza el logro de la lucha por mantenerla en un país que carece de protección. Foto/ Jairo Rodríguez

Mabel Aguilar registró a su hijo como madre soltera, legalmente no había otro camino. Al igual que el caso de Natalia y Carmen, la pareja de Mabel, y también madre del pequeño, tampoco tiene derechos legales. Es como si no fuese su hijo.

—Mi esposa no puede inscribirlo en el seguro de salud. No puede recogerlo del colegio sin que le pregunten quién es. Mi esposa no lo puede sacar del país, porque es como si estuviera secuestrando a un niño—, las palabras de Mabel están cargadas de indignación— Es como si mi esposa no fuera parte de su propio hijo.

Algunas parejas homosexuales, ante esa situación, han dejado el país, para que se les reconozca. Para ello han dejado a su familia, amistades, trabajo y sostenibilidad económica. Se les ha obligado a apartarse de su tejido social. Aunque el reconocimiento en un país extranjero no implica necesariamente que las leyes peruanas lo ratifiquen. De nada sirve casarse fuera del país. Con solo pisar el territorio automáticamente se anula todo porque no existe ley que los valide.

Existen otras alternativas, aunque no resuelven el problema. En las parejas entre hombres, se suele buscar que un familiar, una tía, una hermana, lleve el embarazo, y sea quien lo inscriba como mamá.

En el caso de las parejas mujeres, para inscribir al padre, generalmente es un familiar, como un hermano, primo o cuñado. Puede firmarlo como si lo fuera, y gozar de todas los derechos y deberes, pero la segunda madre sigue sin ser reconocida. 

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Los integrantes de la Asociación de Familias Homoparentales han creado un grupo de WhatsApp donde resuelven  consultas sobre la atención de cada establecimiento. Parece un mapa en donde se tiene localizado dónde se debería ir, y dónde está prohibido pasar. En esa base de datos hay recomendaciones de lugares  y una nutrida recopilación de  malas experiencias.

Natalia Vega, solo opta por sonreír, y comenta satíricamente  que “nadie va y dice: hola, somos un papá y una mamá. ¿Hay algún problema si matriculamos aquí a mi hijo?”.

En el parque hay alrededor de cuatro familias homoparentales. Todas con sus hijos a su lado. Charlan entre ellas sobre su vida cotidiana y los procesos engorrosos de algunos trámites. 

—Primero con el director le contamos de la situación y… 

—¿Qué dijo? ¿Está bien?—en coro interrumpen algunas madres.

—Sí, dijimos que éramos una familia diversa, y queríamos saber si su política era fuerte respecto a eso. Y dijo: «¡Uy, aquí hay muchas familias diversas! Tenemos muchos chicos que tienen dos mamás».

—Usualmente cuando van a una institución educativa, ¿es necesario que puedan explicar que son una familia diversa?—interrumpo la conversación entre las madres.

—O sea, sí, porque no es lo común, entonces podrías llevarte alguna… sorpresa, ¿no?— me comenta una mamá.

—Nosotros cuando hemos ido [a un colegio] presentamos nuestra situación, ¿están de acuerdo?, sí, ¿nos respaldan?, ¿son inclusivos o no? y si responden con un “sí”, seguimos. —responde otra mamá. 

La conversación se pone algo tensa, y es rápida, como si todas las madres tuvieran una sincronía al momento de responder. Entre ellas se intercambian las palabras. Apenas puedo platicar.

—Ya nos han dicho que no, y nos han dicho que nos vayamos. 

—En dos colegios me dijeron que no, cerca de nuestra casa.

—En uno me dijeron “bueno, nosotros no tenemos problemas, pero no sabemos [qué dirán] los papás. Ustedes saben que en los grupos de WhatsApp, de repente les van a hacer bullying o agresión”. Ahí rápidamente decimos “¡Chao!”

—Claro, al menos fueron honestos desde el inicio. Prefiero que me digan eso que por captar un cliente…

—Claro, y no tienes garantías. Solo tienes la palabra. Igual se pueden ver discriminación, bullying.

—A pesar de que nos digan que sí, que son inclusivos. Que el colegio puede. Que el director o la directiva diga «sí, los respaldamos». Basta que ocurra alguna situación de discriminación en donde el colegio no sepa en realidad qué hacer.

Todas asienten la cabeza, mientras afirman.

 

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Carolina Tacunan tiene mellizos. Forma parte de la Asociación de Familias Homoparentales. Octavio, su hijo, está sentado y es tranquilo; Alma no para de caminar, es la más curiosa. Carolina le agarra las manos, y le indica a dónde ir. Cualquier ciudadano que cruzara por allí en ese instante pensaría que son madre e hija, aunque legalmente no tienen parentesco. Ante las leyes peruanas Carolina es una extraña. “O en la mejor situación, una amiga”, retruca Carolina, sonriendo.

—Nosotros cuando hemos ido [a un colegio] presentamos nuestra situación, ¿están de acuerdo?, sí, ¿nos respaldan?, ¿son inclusivos o no? y si responden con un “sí”, seguimos. —responde otra mamá.

Es inicio de marzo, faltan pocos días para que inicie el año escolar, Carolina habla sobre la odisea que deben pasar ella y su esposa para inscribir a sus hijos. 

—Muchas veces tenemos ese temor de no ser aceptadas, o que en el futuro haya algún problema y la directiva del colegio no lo sepa manejar— afirma Tacunan.

Lo ideal sería matricular a cualquier niño, si partimos desde la premisa que la educación es un derecho universal, independientemente de la familia, sin necesidad de averiguar y de explicar.

 

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Carmen Arriola, en todo sentido, y aunque sea obvio, tiene que especificar que es madre de Victoria. 

—Cuando en realidad, uno solo debería presentarse, y no explicar algo que se ve.— comenta. Lo decimos, pero también les digo que legalmente no soy algo.

Cuando una familia homoparental está buscando un colegio, no solo está pensando en su nivel educativo, también si es inclusivo o no. En el sector educativo, en las escuelas públicas, al no existir una política desde el gobierno de protección a las familias diversas, hay mayor probabilidad de incidencia de discriminación. 

 

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Carolina Tacunan me cuenta que tiene planeado irse del país con su pareja para casarse, aunque sabe perfectamente que cuando vuelva al país, no tendrá validez. 

Los derechos que buscan no están reconocidos en el Perú. Ellas se encuentran encerradas, y para ser libres tienen que dejarlo todo, y empezar desde cero. Nueve de cada diez adultos no heterosexuales quisiera casarse con su pareja en el Perú, pero el derecho negado los tiende a empujar a viajar a países como Argentina, México o Estados Unidos.

Ella me dice que lo ideal, como opción, es Estados Unidos, pero que no planean quedarse ahí. A menos que se tenga una posibilidad de trabajo allá, y les esté yendo mal aquí.

Padres y madres, independientemente de su orientación sexual, pueden jugar, alimentar y ayudar a caminar a sus hijos. Sin embargo, la falta de reconocimiento legal resulta en la inexistencia de derechos para las familias homoparentales en el acceso a servicios básicos.. Foto/ Jairo Rodríguez

Entender que les está yendo mal en el Perú, no implica que tenga dificultades al pedir atención en un centro de salud público, que no pueda matricular ni hacer los trámites de sus mellizos, que no pueda salir del país sola con sus hijos sin pedir permiso. Ni que tenga que explicar cada momento que es su madre, a pesar de que no es legalmente.

Entender que les va mal en el Perú, es entender que si no se tiene dinero, no se pueden cubrir los costos para evitar situaciones de discriminación ni de acceso oportuno a servicios básicos. Sin dinero, es dejar de existir para el sector privado, y sin apoyo del sector público, no son nada. No tienen reconocimiento.

 

Carolina suspira. Entre sus brazos están Alma y Octavio. Él está tranquilo, pero tiene sed. Le da agua y lo engríe como si fuera su madre, porque sí… lo es.

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