Quinientos años tuvieron que pasar para que un hombre común y sin poder económico llegara al máximo poder del Perú. Este hombre es Pedro Castillo Terrones, profesor de escuela rural, sindicalista, rondero, campesino y hoy presidente de la República. Nació en Puña, un pueblito de ganaderos y agricultores que lucharon contra Sendero Luminoso durante la guerra interna de los años 80 y 90.  Sus padres no aprendieron a leer ni escribir, desde niños fueron obligados a servir en las haciendas. Este sistema semi-feudal y esclavista fue abolido por la Reforma Agraria que ejecutó el general Juan Velasco Alvarado. La gran mayoría de los terratenientes pertenecían a la oligarquía peruana y, según testimonios, eran sumamente crueles. Los descendientes de estos hombres son los que ahora han orquestado una campaña de racismo y clasismo contra Pedro Castillo y sus simpatizantes.

El partido que representa se llama Perú Libre y sus políticas son de izquierda y reivindicativas- cobrar más impuestos a las empresas mineras, recuperar el gas de Camisea, fortalecer la industria nacional y «hacer un gobierno del pueblo»-, para millones de peruanos él es la esperanza de cambio ante siglos de olvido y abusos. “Se parece a ‘yo’, por eso lo apoyamos”, dice orgulloso un pequeño agricultor de la sierra peruana.