En Cancas, un pueblo ubicado al norte del Perú, desde hace generaciones los hombres festejan cada vez que un bote es echado al mar. Para ellos es muestra de fortuna y progreso, todo vuelve a la normalidad en el mundo cuando el marinero regresa al origen. Lo celebran bebiendo y comiendo, es una invocación a la felicidad.


Cuando los botes están viejos y cansados de navegar por las aguas del Pácifico son varados en las costas de Cancas, permanecen en la arena tristes y descascarados, como esqueletos de grandes bestias, ansiando volver a la mar.

En Cancas los hombres sienten una fuerte conexión con la mar, así le llaman, ella es quien los protege, les alimenta y les guía para sobrellevar la vida, es una madre bondadosa.

La fe y el mar les permiten entender el curso inevitable de la existencia. Cuando un pescador entra a las aguas, primero pide permiso y se encomienda a San Pedro, el santo patrono, para que guíe su viaje y le infunda valentía. Es osado e intrepido el pescador que se enfrenta a la bravura de los elementos.

Para echarse a la mar los botes deben ser de buena madera para aguantar los vientos fuertes y las grandes marejadas. Los pescadores los limpian, reparan, pintan y ponen macilla en las grietas. Estas tareas las llevan a cabo los tripulantes de la embarcación, que en la mayoría de los casos son una sola familia.

El patrón del bote es quien sabe cuando todo está listo y es necesario echarse a la mar. Ordena todo, compra las bebidas, anuncia que mañana temprano su nave irá a las aguas. Las mujeres preparan ceviches, sudados y frien pescados para los tripulantes y los que vendrán a ayudar.

«Ha llegado ya el 
hombre de los mares 
Señor, abre tu puerta 
Señor, abre tu corazón 
que ha llegado ya 
el hombre de los mares »

Javier Heraud

Los hombres llegan muy temprano, el agua es fría y el sol quema fuerte en los cielos altos y limpios. Echar un bote a la mar es una tarea muy díficil y peligrosa. En los tiempos de hoy han llegado pueblo grandes maquinas remolcadoras, eso ha hecho que sean pocos los pescadores que continuen con esta vieja costumbre.

Todos son uno y empujan el bote desde la tierra , corren de un lado a otro, se sumergen, gritan y aguantan las embestidas de las olas. Debajo de la embarcación han puesto maderas con grandes tubos de metal que sirven de polines para hacerlo rodar.

El equilibrio es esencial, los pescadores corren el riesgo de ser aplastados si el bote se inclina demasiado para un lado. Para evitar esto lo sostienen con sus propias espaldas y manos.

El agua los rodea y los envuelve, los hombres prueban la sal, se les nubla la visión y miran al cielo para buscar el sol. Emergen con todas sus fuerzas, jalan los cabos con más brío, ya está cediendo el mar.

Cuando el bote se aleja lentamente de la orilla, los polines son retirados por los pescadores más fuertes y rápidos.

Cada hombre que pasa por allí se une para poder vencer al mar.

Los esfuerzos en la recta final son los más díficiles; la arena jala sus pies y las olas les golpean las rodillas. Las fuerzas merman, pero los hombres siguen.

 “He ahí el mar

De una ola a la otra hay el tiempo de la vida

De sus olas a mis ojos hay la distancia de la muerte” Vicente Huidobro.

Cuando el mar por fin se convierte en la mar y recibe el bote, los hombres alzan las manos y celebran.

Dan los pescadores la espalda a las olas, caminan hacia la casa del patrón, y un rumor, como de corriente salvaje, sacude el final del día.


Leandro Amaya Camacho (Cancas, Perú. 1993)

Es director de la revista Nube Roja. Escritor, fotógrafo y cronista peruano, ha sido publicado en medios nacionales y extranjeros. También dirigió la revista cultural «Malos Hábitos», y ha metido goles de último minuto en partidos intrascendentes.

7 comentarios

  1. Preciosa historia, me causó nostalgia, recordar esos momentos vividos en mi niñez, cuando asustada miraba como el mar golpeaba a mis familiares que también pasaron esas penurias.

  2. Lindisima historia y que más que lo haga alguien Como tu es de mayor nostalgia tener que leer esta historia maravillosa de aquel personaje que se ve reflejado en este escrito a ese hombre de mar como mi padre y mis hermanos la mejor y más grande Bendición que Dios nos ha dado mil Bendiciones en este loable trabaja.

  3. Muy buena descripción de las faenas de los pescadores de cancas me lleno de nostalgia al recordar mi infancia, cuando mi mamá me llevaba a visitar a mi abuelo 😢😢😢

  4. Recordar es volver a vivir Gracias Dios mio porque tuve la oportunidad de vivir esta experiencia con mi padre, tíos, primos y hermano en mi tierra natal de Talara en el puerto San Pedro quien me dejó lindos recuerdos gracias a las personas que hicieron posible esta linda historia de los pescadores de mar que tengan un exitoso 2020 saludos y miles de bendiciones 💪🐋🐬🐠🐙🦐🦈🦀❤️👍

  5. Recordar es volver a vivir yo viví en el y lo recuerdo con nostalgia cada día lo extraño pero algun día volveré a navega en la mar de mi cancas querido saludos para mis hermanos pescadores los saluda la PELONA MUCHAS BENDICIONES PARA TODOS USTEDES

  6. Excelente. Me gustaba ayudar a echar y variar botes porque después de todo se comía ricos potajes que el dueño de la embarcación invitaba como agradecimiento.

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