El HOMBRE QUE ESCRIBE CON EL CUERPO

El periodista y bibliotecario Oscar Ceballos encuentra por azar al cronista argentino Alejandro Seselovsky — gran exponente del periodismo narrativo en América Latina—, y decide consultarle sobre la crónica, la importancia del texto y el papel del periodista ante la verdad.  Las respuestas del cronista son una clase magistral que todo aspirante al oficio debe anotar y practicar.

Nota aparte: en Nube Roja admiramos a Seselovsky por sus textos en la mítica revista Orsai, publicación que en nuestra adolescencia nos abrió las puertas del periodismo narrativo y sembró, desde esos años lejanos, la idea de hacer una revista.

Por: Oscar Ceballos de Achiras

          El periodista Alejandro Seselovsky, revuelve con obstinación su café, al lado tiene una bandeja con tres empanadas de jamón y queso, ahora dos. Seselovsky toma café y mastica. Aplaude al cronista correntino, que dice que un habitante del Iberá dijo: “no necesito GPS, me alcanza con las estrellas y el cuchillo”. No quedan empanadas. 

            Alejandro junta los restos del sobrecito con el que endulzó el café, limpia las migas y devuelve la taza y la bandeja. Ahí frente de mí, con anteojos de marco grueso, debajo de una gorra de visera ancha y el resto de una tela similar a la mosquitera, está el hombre que escribe con el cuerpo.

            En el festival La Nave de No Ficción– celebrado el 2024 en San Carlos de Bariloche- Seselovsky dicta un taller llamado ‘Cómo narrar el rabioso presente argentino’.

            Camino al sector que le asignaron, se saca un buzo rosa pálido, parece un boxeador despojado de su capa. Acomoda el micrófono, hace unas anotaciones. Camina el ring, lanza directos y uppercut. Ahora parece un jabalí dispuesto a carpir con su hocico el sembradío.

 ***

          —No me vengan con la crónica en primera persona o en tercera. Siempre hay primera persona. No hay texto sin sujeto. 

        El primer párrafo tiene que ser mejor que el segundo y el comienzo es importante. El texto es un hecho visual, tiene cadencia: hay que dejar blancos en el texto. 

            Escribir bien es traficar sentidos, sentencia Seselovsky.

            ***

            Recuerdo que el italiano Ginna Rodari decía que el impacto de la palabra debe ser como esa piedra que se arroja al estanque y genera círculos concéntricos. No sé si Seselovsky es la piedra o el agua, pero genera círculos concéntricos. Quiero hablar con él. 

Necesito hablar con Alejandro Seselovsky.  No lo veo la tarde del viernes  ni él sábado a la mañana. Soy un lamento.

            El sábado por la tarde. En la terracita del café del puerto San Carlos hay una silla desocupada. 

            —Disculpa, ¿puedo utilizar esa silla?

            —Adelante Seselovsky. Es para usted, ella lo esperaba.

"El texto es un hecho visual, tiene cadencia Escribir bien es traficar sentidos"

              Alejandro, apoya la taza de café y la bandejita con tres empanadas. Ahí, supe que la nota me había encontrado.

            -Para los forenses el cuerpo habla, para Alejandro Seselovsky el cuerpo escribe.

            -Sí, porque la experiencia del territorio es corporal, no es intelectual. El territorio te atraviesa con una experiencia vital, nerviosa, es anterior al lenguaje. El cuerpo ahí acopia. El territorio: todavía no hay lenguaje, ni escritura, no hay razones, hay emociones puras, desnudas. Ese es nuestro trabajo de campo. Después está lo relacionado con el lenguaje, con los recursos lingüísticos, para dar cuenta, transferir, representar lo que el cuerpo vivió y sintió en el territorio.

           El cuerpo produce la verdad. El lenguaje, la escritura. La escritura produce la representación de la verdad, no la verdad. La verdad es indecible, sólo puede ser representada. 

           —La crónica ¿en primera o en tercera persona?

          —No existe esa discusión. Es una discusión gramatical. Segunda, tercera, primera, neutra: siempre es primera, porque hay un sujeto que escribe el texto. No importa la forma gramatical. Siempre es primera.

            —¿Cómo resolvés la situación con el editor?

            —Entre autor y editor, hay que construir un vínculo, como el del jugador de fútbol con su técnico, que es quien sabe en qué lugar de la cancha puede jugar y en cual no. 

               El problema del autor es escribir el texto y el del editor es importarlo. El texto es de los dos. Entre autor y editor se genera una sociedad. Los dos son agentes activos del texto y se reparten los problemas que implica.

"La verdad es indecible, sólo puede ser representada."

         —¿Y eso cómo está visto entre los crónicas?

         —Está poco visto; parece que la firma lo es todo.

        Importan los textos, lo que se dice: somos periodistas, antes que cualquier otra puta cosa, somos periodistas. 

      Si somos escritores es porque somos periodistas. Si somos cronistas, es porque primero somos periodistas. La condición inaugural de lo que hacemos es el periodismo.

        El periodismo sano, bien escrito, honesto, es un bien social, es necesario para la sociedad. Cuando el periodista cuenta, entrega una parte de sí y cumple con una responsabilidad frente a su cuerpo social. El editor corrige. Después, ese texto va al mundo, y los lectores tienen que recibir un producto honesto, que no es lo que le conviene al periodista que el lector sepa, sino lo que le conviene al lector saber, más allá de los intereses del periodista.

Lo importante es el texto.

2 respuestas

  1. Y si. Falta un poco de vivir el hecho periodístico, para transmitirlo de la manera correcta. Quesea recibido de la manera correcta y que el intérprete del otro lado tenga la posibilidad de elegir objetivamente como tomar el hecho narrado. Hoy por hoy tiene tantos condimentos que son indefectiblemente condicionantes para la interpretación y se pierde la libertad que trae la verdad.

  2. Excelente entrevista. Muy claras las relaciones y responsabilidades de los distintos jugadores que intervienen en el juego dede el hecho en si a la interpretación y el impacto en el cuerpo que es el otro.

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