"¡Queremos agua!", se oyó en el desierto

El 21 de marzo del 2021, 8 caseríos de la margen izquierda del río Piura (Tambogrande) se unieron, luego de un silencio de casi 100 años, en una protesta sin precedentes: exigir el acceso al agua potable. Esta es la crónica de Jair Rosillo Carrasco para Nube Roja sobre la lucha por el agua.

Un grupo de mujeres llena sus galoneras en un noque de agua. Santa Ana/Leandro Amaya-Nube Roja

El abrazo más grande del mundo por el agua

Habíamos pasado La Obrilla, allí terminaba la carretera y empezaba la trocha: tierra y piedras. Este caserío del distrito de Castilla también era el último que tenía agua potable y luz para sus habitantes. A partir de allí todo se tornaba más olvidado, era como volver a una Piura de los años 50. Un ganadero caminaba acompañado de sus animales, hacia mucho calor esa mañana. Seguíamos moviéndonos y un grupo de mujeres descansaban bajo la sombra de los árboles, conversaban entre ellas. Es domingo, día de reposo, sus esposos ya están en casa y ahora ellos se encargan de la familia. Descansan porque, al igual que sus cónyuges, diariamente se levantan muy temprano: los hombres salen a labrar la tierra o se ocupan en algún trabajo ocasional, y las mujeres se dirigen a los noques o al río para conseguir agua y llenarla en bidones de 20 litros para el día a día de su gente.

Así iniciaba este camino de lucha por el agua, así comenzaba la campaña social “El abrazo más grande del mundo por el agua de los bosques secos de la margen izquierda del Río Piura”, liderada por John Anthony Pacherres Hernández, morador del Centro Poblado Santa Ana y, hasta ahora, el único profesional de su comunidad. 

Jhon había crecido sin acceso al agua potable, por eso ahora lideraba la mayor protesta para exigir sus derechos fundamentales. 

Cuando llegamos a Punta Arenas, uno de los caseríos de Tambogrande, Agustín Pulache su Teniente Gobernador, nos esperaba para contarnos lo que día tras día tenían que padecer. 

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tENIENTE GOBERNADOR, PUNTA ARENAS

AGUSTÍN 

PULACHE

“Cuando era niño salía a las 4 de la mañana  hacia los canales de Parales, regresaba a las 7, desayunaba y tenía que ir a estudiar, llegaba tarde al colegio porque primero debía dejar el agua a mi familia. Todos los días debía conseguir dos latas de agua para mi casa”.

Punta Arenas tiene más de cien años y nunca ha tenido agua por red pública. Segundo Álvarez y Soledad Viera han visto la vida pasar sin obtener solución a su casi eterno pedido. Tienen seis hijos. Su casa de adobe con columnas de madera, donde las paredes cuentan el paso del tiempo y las lluvias, es una de las más alejadas de la comunidad por lo que conseguir agua de un noque se torna más díficil y por eso deben ir al río día tras día a llenar sus baldes y galoneras. 

Segundo trabaja en una empresa agrícola de lunes a sábado. Su jornal está por debajo del sueldo mínimo, y el 30% se destina para comprar agua cuando llega la cisterna de la Municipalidad de Tambogrande. Cada 20 litros cuestan cincuenta céntimos, y según dice, muchas veces no es agua apta para  el consumo humano. 

Soledad Viera, su esposa, cuenta que su mejor opción para no tomar esta agua sin tratar es dirigirse a La Obrilla donde hay un canal que deriva de la represa de Poechos. Para lograr su ardua tarea ella se levanta a las 6 de la mañana y prepara el desayuno a sus hijos. Luego, amarra 16 latas en el lomo de sus 3 burros y se dirige al canal. 

"La uso para lavar los alimentos, para bañarnos, yo una vez al día, mis hijos dos, ellos tienen más calor. Y para mis animales, sabiéndola abastecer a medida".

Soledad es de La Obrilla, lleva 23 años viviendo en Punta Arenas y caminando largas distancias en busca del agua.

***

En Progreso Bajo los moradores estaban reunidos alrededor de los noques de agua. Eran más de 100 pobladores que esperaban la palabra de Anthony Pacherres para iniciar la protesta. Uno de sus dirigentes era Cristóbal Pulache Juárez, profesor y director de la I.E. 15190, ubicado en este mismo sector. .

“Consumimos el agua que nos cae del cielo y cuando no hay debemos correr varios kilómetros. Además, compramos el agua más cara del mundo, 20 litros por 50 céntimos”.

Cristóbal, desde el colegio que preside concientiza a los niños, les inculca el amor por su pueblo, refuerza su identidad y  les hace ver que no está bien vivir bajo esas condiciones en ´pleno siglo XXI, por ello deben exigir que el estado cubra todas sus necesidades básicas.

“Ellos deben sentir y aspirar a una mejor calidad de vida, no nos quedemos en el atraso, no debemos ser pasivos”, replica. 

Es conmovedor y emocionante oír las enseñanzas que imparte a sus estudiantes y también ver el fervor con el que protesta junto con los padres de ellos. Cristóbal Pulache, representa lo que debe ser un verdadero educador.

Los bidones amarillos con una capacidad de 20 litros parecen ser la seña distintiva de la margen izquierda del río Piura

En Progreso Bajo, el grito de protesta era reivindicativo:

"¡Agua, queremos agua, agua, queremos agua!",
gritaban los más de 50 pobladores en voz de protesta. 

“Este es el agua que tomamos”, reclamaba un poblador alzando la botella con agua del río. El líquido tenía un color marrón, en el fondo del recipiente había arena. Ningún ser humano debería consumir eso, pero tristemente es lo que toman estos pueblos ignorados por las autoridades.

Para evitar las enfermedades Santos Camilo Pulache, un hombre de aspecto calmado, contaba cómo trataba el agua del río para librarla de bacterias y coliformes:

“Le echamos 1 cucharada de cloro al recipiente con agua de río, la colamos y luego pasamos el agua a otro balde”. 

Hasta los mismos porongos de agua habían perdido su color, el azul era celeste, el amarillo se pasaba a blanco y el rojo ya no era un rojo intenso como el de la bandera del Perú que ondeaba ese día en medio de la protesta. Qué lejano es el Perú a veces para los peruanos. Sin embargo, la población se levantaba y gritaba contra el olvido, no importaba el sol cáustico de Piura y los 35 grados de Tambogrande. Una de las frases dibujadas en las tantas pancartas que cargaban las esperanzadas familias, era esta:

"Soy como el algarrobo del bosque seco,
que nunca se rindió en el tiempo"

 

A diez minutos de camino, en Progreso Alto, estaba Albertina Jirón Farfán con 80 años de edad y con 80 años viviendo en estas pésimas condiciones. “A veces tomamos agua de lluvia”, comentaba.

Llegábamos a Santa Ana y desde ya nos recibía una señora alzando su voz, estaba desesperada, con 64 años de edad gritaba más que algunos jóvenes que se encontraban en esta protesta. María Regina Morales era su nombre. 

“Mi nieto a veces llega a pedirme agua y yo no tengo. No le niego, sino que no tengo”, dice mientras alza el puño.

Los adultos mayores de esta población han trabajado toda su vida, han sido buenos peruanos y gente honrada, pero parece que eso no basta en este sistema para tener agua potable en sus casas. En sus baños hay algunos pequeños recipientes de agua y las condiciones son paupérrimas, es indignante que esto ocurra a tan sólo una hora de Piura, la capital de la región. Parece que en este país la distancia no es lo único que nos aleja, también está el olvido  y la indiferencia.  

***

El río Piura en estas latitudes es casi un arroyo, esta agua beben los pobladores.

José Córdova Girón tiene 75 años, su piel es muy reseca, tiene los rasgos duros de un hombre que ha sufrido la inclemencia de la vida y el sol,  pero eso no le disminuye el ánimo de protestar. 

“Yo veo que en el río botan basura y nosotros tomamos esa agua. Nos falta todo acá, ni siquiera tenemos un centro de salud, después del 12 del día ya nadie nos atiende”, manifiesta.

Ocoto Bajo y Ocoto Alto también forman parte de estas poblaciones que carecen de agua por red pública. En Ocoto Bajo,  los pobladores gastan más de 100 soles mensuales para comprar agua. Y el servicio de luz, uno de los más le cuesta de 40 a 60 soles mensuales. Es decir, Raúl y los 20 mil habitantes que viven en estos 8 caseríos (Punta Arenas, Santa Ana, Progreso Bajo, Progreso Alto, Ocoto Bajo, Ocoto Alto, Angostura, San Martín de Angostura) pagan el doble por un líquido sin conocer su origen.

La misma situación se repetía en Angostura y San Martín de Angostura, los últimos pueblos que visitábamos. Todos los pobladores, entre niños y adultos, con pancartas que incluso, finalizando la campaña las habían pegado en las afueras de lugar donde se habían reunido: 

“Tomar agua nos da vida, pero tomar conciencia nos dará agua”, era una de las frases escritas en las pancartas.

Anthony Pacherres, organizador de esta campaña, finalizaba con algunas palabras para los medios de comunicación: 

“Son dos propuestas: La primera es que se agilicen los proyectos que tienen en marcha que ya están en el gobierno regional y que algunas (poblaciones) ya tienen el perfil técnico, y como segunda propuesta es que se tome en cuenta la creación de los reservorios en estas zonas para impulsar su agricultura”.

Anthony no pertenece a ninguna campaña política. Él ha liderado estas manifestaciones y se ha organizado con los 8 centros poblados para alzar su voz y porque considera que sus reclamos son justos. Son más de 20 mil habitantes que no cuentan con agua por red pública y beben agua sin tratar, y tan sólo piden a las autoridades ser considerados y nunca más ser engañados.

Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Señor de Sipán. Encargado del área de reportería local de la Revista Nube Roja y editor de las redes sociales. 

 

Jair Rosillo Carrasco

Reportero de REVISTA NUBE ROJA

5 respuestas

  1. Son más de 100 años q vivimos sin agua todas las autoridades que pasan x nuestras comunidades prometen y prometen cambiar l realidad pero jamás ocurre estamos cansados q ser totalmente olvidados …ya vasta esperamos q nuestras voces sean escuchadas y que hagan algo para nuestras zonas lejanas avanzanse

  2. Parece un cuento, y desearía que solo fuera eso, pero esa es nuestra realidad que vivimos día a día en nuestros pueblos olvidados por nuestras autoridades, muy agradecido con el prof. ANTHONY por tener esta iniciativa y desde nuestra comunidad de progreso Alto decirle que nos sumamos a esta campaña y que cuenta con todo nuestro apoyo para que nuestra voz se haga eco en todo el Perú y hacer realidad este sueño de contar con este servicio basico, para que nuestras futuras generaciones no tengan que vivir lo que sufrimos nosotros por la escases de este recurso hídrico.
    Saludos..

  3. Parece un cuento, y desearía que solo fuera eso, pero esa es nuestra realidad que vivimos día a día en nuestros pueblos olvidados por nuestras autoridades, muy agradecido con el prof. ANTHONY por tener esta iniciativa y desde nuestra comunidad de progreso Alto decirle que nos sumamos a esta campaña y que cuenta con todo nuestro apoyo para que nuestra voz se haga eco en todo el Perú y hacer realidad este sueño de contar con este servicio basico, para que nuestras futuras generaciones no tengan que vivir lo que sufrimos nosotros por la escases de este recurso hídrico.
    Saludos..

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