Esta crónica gráfica documenta la faena de los pescadores de San Pablo, pequeña caleta ubicada en el norte peruano. Sus autoras, usando un poderoso lenguaje visual, nos muestran la dureza, valentía y nobleza del pescador artesanal.
En el suelo del distrito de Negritos descansan los fósiles de criaturas maravillosas que habitaron el mundo hace millones de años, existe un bosque petrificado que es el testimonio latente del pasado.
El petróleo que emana de su tierra fue aprovechado por los Incas y los Tallanes, luego arrebatado por los invasores españoles.
Y desde siempre su mar ha sido prodigo con los esforzados pescadores piuranos.
La brisa azul se adentra en la costa silenciosa en el momento que el alba sorprende a los hombres aguardando de pie frente a la orilla. El agua fría a esas horas parece penetrar hasta los huesos, a pesar de ello se tendrá que cumplir con la faena. El pueblo aún duerme y sus farolas no advierten la llegada del amanecer, mientras tanto permanece envuelto en el silencio que deja tras de sí la noche.
Cuando una balsilla – hecha de palillos – entra al mar el día empieza en la caleta. Los pescadores mantienen el equilibrio, salvan la puerta del mar dominando a las olas, luego reman hacia las peñas donde habitan los peces.
Entre los pescadores existen un lazo de hermandad y camaradería, se ayudan en el mar y también en la tierra cuando toca desembarcar la pesca y varar las balsillas.
La conexión de los pescadores con la mar es algo que se repite en todo el litoral del norte peruano. Ellos respetan y cuidan a quien consideran una madre que da vida, pero también enfurece. Su destino es incierto porque tienen la ligera sensación de que un día su vida podría unirse a ella, para siempre.
Licenciada en Comunicación por la Universidad de Piura, fotógrafa y videógrafa. Dedicada al marketing y a la investigación académica sobre cine peruano.
Bachiller en Comunicación por la Universidad de Piura. Fotógrafa, editora audiovisual y diseñadora gráfica.
Rodolfo Walsh
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